viernes, 6 de enero de 2017

Cartagena de Indias Musical

CARTAGENA DE INDIAS MUSICAL

 Por Enrique Caviedes Hoyos


Cartagena de Indias ha sido una ciudad musical desde antes de que los españoles  la descubrieran y colonizaran.
En ese mismo sitio donde los españoles levantaron la ciudad con sus majestuosos templos, inmensas casonas, amplias plazas, bellos parques, románticas callecitas, murallas impenetrables y gloriosas fortalezas, habitaban aborígenes a quienes los españoles llamaban indios. Estos llamaban a su aldea Kalamarí, habitada por indios kalamaríes que eran hombres y mujeres fuertes bronceados por el sol dedicados a la pesca y a la caza.
Algunos historiadores dicen que la palabra Kalamarí  proviene del vocablo cangrejo, que son animales de la familia de los crustáceos, que vivían en huecos hechos por ellos  a las orillas de las ciénagas. La cantidad de cangrejos  era exorbitante y eran apetecidos por los indios para su alimentación.
Hay otros historiadores  que dicen que el significado de la palabra Kalamarí era “territorio costero importante” o sea que era un poblado muy importante dentro de todo el territorio que bordea el mar Caribe.
Nuestros aborígenes tenían sus cantos y sus bailes y sus instrumentos musicales que se asemejaban a los cantos y bailes de la región insular y continental del mar Caribe. Es muy probable que haya mucha similitud con los cantos y bailes Areítos de los indios Taínos de Cuba, Quisqueya y Borinquen.
Dicen los historiadores que en tiempos precolombinos había muchas clases de bailes y danzas entre los aborígenes con nombres de animales: la danza de los armadillos, la danza de la comadreja, la danza del ciempiés, etc. Incluso en los carnavales y fiestas carnestoléndicas actuales hay danzas y bailes que vinieron de aquella época, como la danza del cocodrilo o del caimán,  la del gallinazo y la danza de los diablitos.
Los instrumentos utilizados por los indios kalamaríes para interpretar su música eran : el caracol, tomado  de la concha del caracol, los fotutos, que eran flautas rudimentarias hechas con las ramas del árbol del papayo, las maracas elaboradas con la concha del fruto del totumo y el tambor confeccionado con un tronco ahuecado que se golpeaba con un mazo.
Durante las danzas se embriagaban con brebajes hechos con vinos de palmeras cuyo fruto era el corozo y chichas que hacían fermentando la yuca y el maíz.

Pero en el año 1533, 41 años después de que Cristóbal Colón descubriera América,  Don Pedro de Heredia atraca con sus barcos en la aldea Kalamarí y se toma esta pequeña región conformada por varias islas y desaloja de ellas a la fuerza a los indios kalamaríes y funda la muy noble y muy leal ciudad de Cartagena de Indias, llamada así por la similitud topográfica que encontró con la Cartagena de España, pues ambas tenían bahías muy parecidas.
Empieza entonces el proceso de colonización de la ciudad y la región que para unos fue bueno porque trajo el progreso del viejo mundo, sus costumbres, su idioma, su religión y su raza. Pero para otros detestable por la forma tan arbitraria y sangrienta como se hizo.
Los españoles al fundar las ciudades y pueblos  traían sacerdotes católicos que además de catequizar a los aborígenes, les  enseñaban música,  principalmente música religiosa.
 Y también traían instrumentos musicales como la trompeta, el clarinete, el trombón y demás instrumentos de viento y de percusión, para conformar bandas que tocaban retretas en los parques y acompañaban las procesiones. Costumbre que todavía existe en pueblos y ciudades de la región y de donde nacieron muchos de nuestros músicos.
Estas bandas interpretaban además de música religiosa, música europea, como valses, mazurcas, polkas y música clásica.

Sucede otro fenómeno importante en la ciudad: los españoles vieron que los aborígenes no eran lo suficientemente fuertes para lograr las edificaciones y las fortalezas que necesitaban para protegerse de los piratas y trajeron hombres de raza negra del continente africano que eran más fuertes y resistentes al sol y a las inclemencias del clima y a los azotes para obligarlos  a realizar las labores pretendidas.
Estos africanos esclavizados, también tenían su música basada principalmente en tambores  de diversos tamaños y formas los que proporcionaban un ritmo único e inimitable.
Ese convivir entre el indio, el negro y el blanco que posteriormente se unieron y mezclaron arrojó una forma de vivir y una cultura original.
A los habitantes de Cartagena, desde las más altas esferas sociales hasta los más humildes indiecitos y esclavos les apasionaba el baile y la música.
En las fiestas se hacían fandangos acompañados de gran desorden que el aguardiente y vino acrecentaba.
Había en la época de la colonia dos clases de baile: al llegar la armada de galeones con alimentos y demás productos de Europa se formaban verdaderos fandangos a los cuales asistía gente de todas las clases sociales, incluyendo zambos, mestizos y criollos, blancos pobres, mulatos y españoles que quisieran asistir. Se tocaba música alegre y bulliciosa como los fandangos españoles y música criolla de indios y africanos. Y los otros bailes, que se celebraban en las casas de distinción o sea en las mansiones de españoles   o blancos de Castilla. Allí el baile se celebraba con algunas danzas que imitaban a las de España. Estos bailes y danzas eran el minué, la contradanza, el regodón, la jota, las seguidillas y otras formas musicales del viejo continente.

Hay otro fenómeno que influyó  muchísimo en el baile y la danza en tiempos de la colonia y fueron las fiestas de la Candelaria que se celebraban en la colina, en las faldas y en el pié de la Popa. La Popa era un pequeño cerro  que sobresalía en la ciudad en cuya cima se construyó una iglesia  y un convento en homenaje  a la Virgen de la Candelaria cuyas fiestas se celebraban el 2 de febrero y días antes, para conmemorar  la purificación de la Virgen, 40 días después del nacimiento del niño Jesús.
En estas fiestas se realizaban bailes a los cuales asistían por separado las castas cartageneras: los blancos de Castilla, los blancos criollos, los pardos, los indios o aborígenes y los esclavos negros.
Los blancos de Castilla celebraban sus bailes con música de viento de las bandas del regimiento militar y la música que bailaban era al comienzo el minué que era muy monótono y aburrido pero posteriormente tocaban la contradanza que era mucho más alegre por lo que despertaba el entusiasmo de los jóvenes.
Los blancos criollos realizaban fiestas en sus casas  y bailaban al son de los grupos musicales que tocaban música de cuerdas.
Los pardos que eran una casta de mulatos y mestizos bailaban al son de las arpas y las flautas.
Los indios bailaban al son de la gaita, especie de flauta a la manera de zampoña haciendo ruedas alrededor de los gaiteros.
Y  los negros hacían sus bailes con tambores a los que bautizaron con los nombres  de “llamador y alegres” y a ese ritmo le pondrían el nombre de currulao o mapalé.
Se dice que de esta mezcla de las gaitas de los indios  con los tambores de los negros  nace la “Cumbia”. Que es el ritmo musical que más identifica a nuestro país  en el exterior.
La palabra cumbia se deriva del término africano “Cumbé” que significa fiesta y alegría.

Hecho este bosquejo de la música primigenia en Cartagena, pasamos entonces a hablar de la música en los siglos XX y XXI.

A principios del siglo XX y hasta la década de los 30 de ese siglo el ambiente musical era muy parecido al de la época de la colonia. La gente rica que hacía sus bailes en los clubes y elegantes salones,  solo bailaba música del viejo continente principalmente  valses, polkas,  contradanzas, pasodobles y  algo de jazz norteamericano y de son cubano. Dejando para la gente pobre los fandangos en la plaza pública con música afro indígena como el mapalé, la gaita, el porro, la cumbia, etc.
Pero en la década de los treinta del siglo pasado ocurren tres fenómenos muy importantes en la ciudad de Cartagena que posteriormente redundarían en todo el país.
El Señor Daniel Lemaitre Tono, un rico multifacético de la ciudad que era industrial, comerciante, pintor, poeta, escritor y músico, decide componer música popular con los ritmos que solo tocaba
y bailaba la gente del pueblo. Compuso canciones populares como “Sebastián rómpete el cuero”, “Negrito Chambaculero”, “José Luis”, “Caramelito”, “Pepe” y otras que fueron éxitos rotundos  y lograron el  beneplácito de la élite cartagenera.
A su vez llega a la ciudad en esa misma época uno de los más grandes músicos y compositores de música popular en Colombia, Luis Bermúdez Acosta “Lucho Bermúdez” y decide con su orquesta que era  una orquesta con el formato de jazz interpretar los aires musicales populares en los ritmos de cumbia, porro y gaita principalmente. Lucho Bermúdez era originario del Carmen de Bolívar un pueblo a mas o menos dos horas en carro de Cartagena. Lucho Bermúdez al elegantizar con su orquesta los ritmos populares  obtuvo que ellos se pudieran tocar en los clubes sociales y salones de baile de la gente rica de Cartagena. Fenómeno que imitarían posteriormente  en las ciudades de Barranquilla, Santa Marta, Montería  y demás ciudades de la costa y algunos años mas tarde en el interior del país.
Lucho Bermúdez compuso muchísimas canciones, muchas de ellas hacen parte de nuestra antología musical colombiana, como “Salsipuedes”, “San Fernando”, “Carmen de Bolívar” y “Colombia tierra querida”. Varias de ellas dedicadas a Cartagena como  “Kalamarí”, “Marbella”, “Prende la Vela” , “ Ciudad Porteña”,  “Tambores de Chambacú”, “Cartagenerita”, “Mi Cartagena” y  otras más dedicadas  a sus barrios, a sus personajes y  aconteceres.
Y el tercer fenómeno importantísimo para la ciudad, en materia musical, es que en esta se funda la primera compañía de grabaciones de discos de Colombia: Discos Fuentes, de don Antonio Fuentes López. Conllevando esta casa disquera a una promoción grandísima  de músicos, cantantes y agrupaciones musicales en la ciudad.
Nacen en Discos Fuentes famosas agrupaciones como “Pedro Laza y sus Pelayeros”; “Los Corraleros de Majagual”, con su cantante estrella el cartagenero Eliseo Herrera “el rey del trabalenguas” quien es a la vez un magnífico compositor; “Los Trovadores de Barú” con su cantante José Benito Barros, otro de los grandes compositores del país;  “la Sonora Dinamita” con su director y cantante Luis Pérez Cedrón, nacido en el barrio Getsemaní de Cartagena; “La Orquesta A Número 1” del maestro Pianeta Pitalúa; “La Orquesta de Rufo Garrido”; “Lalo Orozco y su Combo Sabroso”; “La Orquesta del Caribe” de Lucho Bermúdez; “La Orquesta Emisora Fuentes” con su cantante Remberto Brú, quien  inmortalizó con su voz las canciones “los Peloteros” y “Pregones de Cartagena”; más tarde cuando Lucho Bermúdez se estableció en el interior del país y fundó la Orquesta de Lucho Bermúdez, cantaron con ella los cartageneros Bobby Ruiz y Zaida Zaladén.

 Después de que discos Fuentes se trasladara para Medellín, el hermano menor de Toño Fuentes, José María Fuentes “El Curro”, funda en la ciudad “Discos Curro” otra compañía de grabación de discos.

Las Fiestas del 11 de Noviembre o Fiestas de la Independencia son parte de nuestra Cartagena musical porque son motivo de nuestros cantos, bailes, danzas, cumbiambas y fandangos. Según nuestro querido y muy importante cronista musical, Enrique Luis Muñoz Vélez,  estos festejos adquirieron su carácter carnavalesco posiblemente desde el año de 1.860.
Las fiestas del 11 de Noviembre o Fiestas de la independencia  han sido objeto de inspiración de muchos músicos y compositores criollos y foráneos para destacar musicalmente la heroicidad de nuestros antepasados y nuestro temperamento festivo y alegre.
Hay grupos de danzas que participan o han participado de nuestras fiestas como Quimbalé, Danzas de Cartagena, Patacoré, Ekobios, Calenda, Candelé, Mayombé y otros.
Son canciones simbólicas de nuestras fiestas el fandango “Pié Pelúo” de Clímaco Sarmiento, la cumbia “Santo y Parrandero” de Pedro Beltrán y el son chalupa “El Busca-Pie” de Hugo Bustillo. Se dice que son los himnos populares de nuestras fiestas.
Hacen parte también de nuestra musicalidad para celebrar las fiestas  los bullerengues y otros cantos de río de Estefanía Caicedo,  la Niña Emilia, Irene Martínez, Petrona Martínez y otras cantadoras de los pueblos de la región del Canal del Dique.

Hay que hablar también de Adolfo Mejía, verdadero genio y gran maestro de la música, nacido en Sincé, actualmente departamento de Sucre, en el año 1905 y quien arribó a Cartagena en 1916. En 1925 hizo parte como pianista de la orquesta de Francisco Lorduy, una de las primeras bandas de Jazz del país. Adolfo Mejía  además de compositor de música popular compuso música clásica de fama internacional. Fue Adolfo Mejía quien compuso la música del famoso bolero “Cartagena”.

En la década de los 60 hay una influencia muy grande en la ciudad de la música de las Antillas Mayores: de Cuba La Sonora Matancera con cantantes famosísimos como Daniel Santos, Bienvenido Granda, Celio González, Celia Cruz y el barranquillero Nelson Pinedo, de  Puerto Rico Cortijo y su Combo con su famoso cantante Ismael Rivera y de República Dominicana los merengues de Ángel Viloria con su cantante Dioris Valladares. Y comienza en Cartagena  a florecer el deseo por la música de aquellos países. Música que posteriormente se llamaría Salsa cuyo precursor en Colombia fue  Blas “El Michi” Sarmiento, hijo  de otro gran músico y compositor de la región Clímaco Sarmiento.
Un poco más tarde, en el exterior  descollaría el magnífico pianista, arreglista y compositor cartagenero Joe Madrid participando con grandes orquestas de salsa en Nueva York  como la de Mongo Santamaría, Ray Barretto y Andy Harlow entre otras.

En la década de los 70 se desarrolla en Cartagena un movimiento de Bohemia teniendo como adalid a Sofronín Martínez Heredia maravilloso guitarrista y cantante de boleros que todas las noches se presentaba con su grupo y su cantante Cenelia en el bar La Quemada en el centro de la ciudad. De esa Bohemia aparecen cantantes como Javier Martínez, Mati Tono, Amelia Gómez, Josefina Núñez, Nacha Pareja, Jaime Morales, Orlando Lecompte y músicos como Lilo Guerrero, El Curro Angulo y José Henrique Rizo esposo de Carmencita Delgado quien editó cancioneros de boleros y música tropical principalmente.
Miró Pablo otro virtuoso  guitarrista cartagenero participa también en este movimiento bohemio con su grupo.

Regresando al movimiento salsero de Michi Sarmiento, como consecuencia de este, van apareciendo agrupaciones y cantantes como “Hugo Alandete y su grupo Melao”. Hugo Alandete, natural de la isla de Barú, era un magnífico cantante y gracioso improvisador. Uno de los pocos que ostenta en Colombia el calificativo de “Sonero”.
Surgen junto con el grupo de Hugo Alandete, en la década de los 80 una cantidad grandísima de agrupaciones de mucha calidad. Entre otros “El Nene y sus traviesos” de Víctor del Real “El Nene”, “La Monumental y sus perlas negras” con sus dos cantantes y bailarinas originarias del Chocó.
Joe Arroyo, cantante y compositor cartagenero, que comienza a descollar  con la famosa orquesta de salsa de Fruko y sus Tesos y posteriormente con su propia orquesta “La Verdad”.  Joe Arroyo compuso muchas canciones a Cartagena entre las que podemos destacar: Rebelión, Amerindio, Bamboleo del Mar, Cartagena de Indias, Tania, El Campeón, Flores Silvestres, entre muchas otras.
Uno de los más famosos cantantes cartageneros es Juan Carlos Coronel quien después de retirarse de la orquesta del Nene organiza su propia orquesta.
El músico y cantante cartagenero  Joseíto Martínez perteneció a la orquesta los Latin Brothers cuyo director también era Fruko.
Aparecen agrupaciones que se hicieron famosas en toda Colombia como “los Inéditos”, “Los hijos del Sol”, “La Orquesta Barbacoa”, “Son Cartagena”, “Alfonso y su Octava Potencia”, “Toño y su Combo” y cantantes, músicos y arreglistas como Nando Pérez, Lucho Vega, Mariano Pérez, Rey Arturo, Conrado Marrugo, Romy Molina y un sinnúmero de orquestas y cantantes menos conocidos pero también importantes para el desarrollo musical de la ciudad.

También aparece para esta época la cantante de vallenatos cartagenera Patricia Teherán con su conjunto compuesto de mujeres “Las Musas del Vallenato”.

A mediados de la década de los 80 y principios de los 90 ocurriría un acontecimiento musical que marcaría un hito en la ciudad: “El Festival de Música del Caribe”. Agrupaciones del área del Caribe sobretodo de las Antillas menores visitarían la ciudad por una semana durante varios años para enseñarnos sus ritmos como el Reegue, el Soka, el Calypso, etc.
Este festival fue tan determinante en nuestra música  que originó el fenómeno de la “Champeta” en Cartagena, el cual ha evolucionado con tal éxito que es uno de los aires musicales que más se oyen  en la ciudad en este momento.
 Fueron sus iniciadores Viviano Torres, Álvaro el Bárbaro, el Afinaíto, Louis Towers, Ellio Boom, hasta llegar a los actuales  como Mr. Black con el éxito “El Serrucho” y Kevin Flórez con su éxito “De Amor Nadie Se Muere”.

A comienzos de este siglo surgen dos orquestas cartageneras con el formato de Big Band al estilo de las grandes orquestas de jazz de los Estados Unidos: La Kalamarí Big Band dirigida por Juancho Álvarez y la Cartagena Caribe Big Band dirigida por Francisco Fortich.

También se destacan o se han destacado en estos primeros años del siglo XXI: Danny Daniel, magnífico cantante del genero salsa balada, Dragón y Caballero con su agrupación en el género de reegeton,  las orquestas de Poly Barragán y Alejandro Páez en el género tropical, La Charanga África con su formato de charanga cubana y la Orquesta Élite Cartagenera en el ritmo salsa.

Hace unos años se viene  promoviendo un Festival Internacional de Música Clásica a comienzos de cada año. El cual  presenta a músicos de talla internacional, con el consiguiente beneficio para nuestros músicos, aprendices o estudiantes y para los amantes de la música clásica.

En conclusión en este momento en Cartagena hay una variedad muy grande de ritmos musicales que sus emisoras o estaciones de radio emiten permanentemente.
En  las plazas del centro se observan grupos de bailarines bailando música típicamente folklórica como el mapalé y la cumbia. Hay sitios donde se escucha y baila solamente salsa, hay otros de puro vallenato, hay otros de champeta, hay un Festival del Porro Bolivarense, un Festival de Jazz, un Festival Internacional de Guitarra y un Festival de Música Clásica. Además se presentan muchos encuentros nacionales e internacionales de coleccionistas de discos. Todo esto dando como resultado que se conforme  una amalgama de ritmos y bailes para todos los gustos  tanto para el criollo como para el foráneo.


Bibliografía:

HISTORIA DEL FOLCLOR MUSICAL  en la provincia de Cartagena. Álvaro Angulo Bossa.
Alpha Impresores Ltda. Diciembre 2007. Cartagena de Indias, Colombia.

LA FUGA DEL ESPLENDOR. Conversación con la música cartagenera de los años 80.
Rubén Daría Álvarez, Impresión Editorial Gente Nueva, Bogotá, D.C.

NUESTRA MÚSICA TAMBIEN TIENE MELAO. Rogelio España Vera.
Impresión: Mater Impresores. Cartagena de indias, Colombia.

JAZZ EN COLOMBIA.  Enrique Luis Muñoz Vélez.
Editorial La Iguana Ciega.

LA MÚSICA POPULAR EN CARTAGENA EN EL SIGLO XX: RITMOS, TROVADORES, PREGONES Y MÚSICOS.
Enrique Luis Muñoz Vélez.  Conferencia.

LUIS FERNANDO MARTINEZ  MARRUGO.  Conversaciones.



Cartagena, Noviembre 11 de 2016.